La salud de los líderes políticos


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¿Es la salud de un presidente electo o gobernante también un asunto privado? ¿O es un asunto público? ¿Hasta dónde los médicos tratantes de un paciente presidencial deben ser “cómplices” de su paciente para ocultarle la verdadera historia clínica a los electores? ¿Deben los votantes saber de antemano la historia clínica de un candidato a presidente?
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 Escribe HÉCTOR DE LA FUENTE – Especial para NUEVA RIOJA
tomado con permiso del periodista y de la versión digital del diario del NOA
Una vez, un político de raza y a la vez experimentado mandatario riojano le dijo a este columnista y periodista de medicina a boca de jarro -en la Capital Federal- que hay dos vidas al menos. No se refería a las vidas pasadas ni a las futuras, claro está, pero si se refería a la dicotomía que sufre la vida de un político. Esto es la vida de un hombre público con su faz pública y su contra parte que es la privada. ¿O es acaso sólo una la vida de una persona?

¿Es la salud de un presidente electo o gobernante también un asunto privado? ¿O es un asunto público? ¿Hasta dónde los médicos tratantes de un paciente presidencial deben ser “cómplices” de su paciente para ocultar la verdadera historia clínica a los electores? ¿Deben los votantes saber de antemano la historia clínica de un candidato a presidente?
La reflexión viene a tono con el asunto de la supuesta fotografía del presidente venezolano Chávez publicada en un diario español, algo que motivó y generó un revuelo de vastas repercusiones internacionales y un papelón debido a su calidad de imagen trucada.
Antecedentes
Desde la época de Evita, en la década del 50, la argentina de fama mundial fue pionera aún en esto, ya que sufrió el ocultamiento de su delicado estado de salud como paciente y se vulneró así el principio de bioética que postula la autonomía en las decisiones del doliente paciente.
La historia contemporánea de nuestro país con sus avatares políticos siempre estuvo ligada a la salud de sus líderes políticos. Una tesis que postulé en 1993, y en paralelo lo hizo el periodista de política Jorge Grecco, un excelente comunicador que pasó por varias y variadas redacciones; ahora es un ex Clarín, ex Perfil, ex director de Infobae y ex director periodístico de América.
Kirchner
La imprevista cirugía de urgencia en la arteria carótida derecha efectuada a un líder político como Néstor Kirchner el 7 de febrero del 2010, haya sido esta una intervención programada o no, puso en el tapete de la consideración pública una serie de cuestiones vinculadas a la relación aún poco visible entre la política y la medicina y la historia, así como la salud institucional de un país, y fue, tal vez, uno de los ejemplos más cabales de ello.
Perón
El 1 de Julio de 1974, el mítico General Perón fallece en Buenos Aires de un cuadro cardiopulmonar y se generó una conmoción en el país. Claro que ya lo decía, nada menos que el General francés Charles De Gaulle acerca que no había nacido aún el cirujano capaz de operarlo a él. Algo parecido debieron haber pensado los médicos del fundador del masivo movimiento peronista, entre ellos un buen cardiólogo tucumano como Pedro Cossio, alguien que se oponía a toda técnica nueva, ya sea el by pass, los cateterismos o los trasplantes.
López Rega y su séquito, por entonces, intentaban manejar y manipular la salud presidencial por ese 1974 y al equipo médico de quien fuera, además, nada menos, primero el marido de la legendaria Eva Perón y después el consorte de la riojana Isabelita mucho tiempo después.
Según información confidencial a la que tuvimos acceso para NUEVA RIOJA, el líder del movimiento que lleva su nombre se hubiera salvado probablemente con un triple by pass aorto coronario, ahora sí, haciendo algo de historia contrafáctica. Técnica que se empieza a desarrollar en el país desde el año 1971, en el Sanatorio Güemes, con bastante resistencia por parte de los círculos médicos más altos.
Perón, finalmente parte al cosmos postrado en una cama; al menos el by pass le hubiera dado una chance en teoría pero sus médicos clínicos alegaron que a sus 78 de edad, el general y triple presidente no se la hubiera “bancado” a la cruenta cirugía debido a su condición pulmonar y renal.

Paciente coronario

En 1981, el General Roberto Viola, a cargo de nuestro país como presidente de facto, fue el sucesor de Videla, nada menos. Viola sufre una controversia médica histórica en que la que un publicitado médico en tiempos de la dictadura como Favaloro fue consultado como si fuera un cardiólogo clínico a pesar de ser cirujano -su entorno a los medios de prensa y a muchos incautos le decían que era “cardiólogo” e ´´inventor´´ del by pass- quien postuló un by pass a un vaso coronario obstruido para Viola, el cual bastaría para revascularizarlo, en teoría; mientras que otros cardiólogos clínicos militares y otros destacados médicos clínicos, en cambio, prefirieron un tratamiento médico más conservador con medicamentos, menos agresivo, postura que prevaleció al fin en una gran disputa y una feroz interna.

Por ello, al toque sufre Viola una demoledora y letal “cama” política para poder desplazarlo aprovechando su supuesta enfermedad coronaria grave, aunque no lo era tanto, y debido a estas discrepancias médicas con mucho aroma a internas científicas y políticas y de otro tipo, en realidad, Viola es echado siendo el más “moderado” de los presidentes de facto, si se puede hablar de moderación, para el ascenso de un nefasto general del arma de ingenieros en algo atípico para ese escalafón, el tristemente célebre Galtieri, un amigo de las bebidas.
De allí a la aventura cruel y loca de las islas Malvinas para prolongar el régimen militar fue tan sólo cuestión de tiempo por aquel demoníaco 1982.
Arterias carótidas justicialistas
En Octubre 1993, el por entonces presidente Carlos Menem sufre como sintomatología clínica antes de viajar a Chile en una ducha luego de un partido de golf: calambres y parestesias o cosquilleos en su brazo izquierdo, señal que su arteria carótida derecha se estaba ocluyendo en el mismo lugar, casi, que su colega Kirchner 17 años después. Parecidos en esto y hasta en la ubicación anatómica fueron ambos pero diferentes en cuanto a las causas de dichas arterioesclerosis obstructivas.
El prestigio del por entonces presidente riojano estaba por las nubes, y por ello, fue tal la conmoción por ese susto médico y la caída de la bolsa que se pensó casi lo peor para el país y para el sistema político si fallaba esa cirugía carotídea de urgencia. Claro que Menem era un presidente por entonces en el pico de su prestigio popular, de la democracia y en ejercicio y, por ello, fue que hasta el ex presidente Alfonsín lo visitó en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, para gestar allí -en la cama del presidente convaleciente- las bases del posterior Pacto de Olivos. Esto, vale recordar, permitió entre otras cuestiones, la reelección presidencial de Menem y el tercer senador.
Versiones radicalziadas

De la Rúa, fue el otro presidente radical que sufrió los sinsabores de un cuerpo desgastado apenas asumió, así como las versiones más fuertes y operaciones de prensa para desgastarlo. A Alfonsín se le había podido tapar bastante sus avatares médicos, tal vez porque fue el presidente de la democracia desde el 83.

Una sorpresiva cirugía de pulmón en 1999 a De la Rúa llevada a cabo en el Instituto del Diagnóstico por un neumotórax espontáneo: generó sospechas de un supuesto tumor maligno de pulmón y luego una dilatación coronaria por cateterismo, una angioplastia a su arteria coronaria derecha en otro centro médico, generaron una ola y una usina de rumores casi fatales para cualquier político.
Desde que tenía un cáncer de pulmón se dijo en off the récord de De la Rúa a la prensa, y todo tipo de falacias y versiones interesadas e interpretaciones médicas como nos dijo a los periodistas su médico cirujano -en el 2012- el destacado doctor Elías Hurtado Hoyos al disertar en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico como ex médico de tórax de Alfonsín y De la Rúa y como actual presidente de la Asociación Médica Argentina y creador de la técnica TAVA para opera los tórax.

Entonces, cada vez que se enferma un presidente o un líder político en ascenso, sea Chávez o quien sea, los detectores de los serruchos desestabilizadores empiezan a sonar así como los topos de los servicios de inteligencia y hasta los de la mejor contrainteligencia.

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