El recuerdo de René Favaloro a 90 años de su nacimiento


POR HÉCTOR DE LA FUENTE FITTE
ESPECIAL PARA EL DIARIO NUEVA RIOJA. 
GENTILEZA DE EDITORIAL FAMATINA
FAVALORO

“Doctor, doctor” decía la bella y jóven instrumentadora quien recibía una llamada en el intercomunicador del mismísimo quirófano del Sanatorio Güemes “en la fundación lo están esperando”…

Corría el año 1989 y la Fundación que era para los indigentes era aún una entelequia casi filosofal que no había abierto sus puertas asistenciales. El eximio cardiocirujano de renombre internacional le espetó a sus colaboradores un “cierren ustedes (el esternón), que debo irme” por lo que casi a la velocidad de la luz sacó en cuestión de minutos su Peugeot marrón de la cochera y como una bala humana en estado semi líquido salió del garage de la clínica.

El que había recibido “orden” (de alguien que nunca se supo quien era), fue Favaloro, nada menos, el jefe de cirugía cardiovascular del centro médico asistencial más importante de Sudamérica por aquel entonces.

René Gerónimo Favaloro, cardiocirujano argentino, un gigante, y no sólo en altura física, nació en La Plata un 12 de Julio de 1923 pero se suicidó un frío sábado 29 de Julio del año 2000 en la calle Dardo Rocha (poseemos un parentezco con él y con sus descendientes) de Barrio Parque de un disparo al corazón acosado por un default emocional. Fue un momento fatal y de quiebre personal a los 77 de edad, a escasos diez días de casarse por segunda vez con su traductora-secretaria 40 años menor. Ese mismo día el cardiólogo riojano que lo había traído al país cumplía años.

Hubiera cumplido el pasado viernes 90 años. Por aquel entonces, la sorpresa generó una verdadera conmoción nacional por la espectacularidad de la noticia como fue todo lo que él emprendía.

El día anterior a su disparo sabatino premeditado, rompió con la tradición de tratar “de no operar los viernes”. Se le va justo, en sus manos, un paciente en la Sala de operaciones y le habían echado a sus colaboradores en una suerte de golpe de estado que le hicieron desde adentro por esos días.

El cirujano de tórax fue maestro del by pass con injerto de vena safena y puentes venosos desde 1967 vía Cleveland, Ohio, Estados Unidos, aunque fue el neurocirujano infantil argentino Alfredo Carrea (luego alma mater de Fleni) quien en 1951 efectuó con Mollins el primer bypass -en arterias de cuello- de toda la Historia y fue documentado.

Favaloro, fue un discípulo del cirujano Donald Effler de la Cleveland Clinic, y sabía de otros pioneros estadounidenses  con los by pass de urgencia (años 1960-64-66), como Goetz, Kolossov y Garret, pero lo impulsa como método standard y se suman otros, al toque, como Johnson con los bypass múltiples y Green con el bypass de arteria mamaria en 1968 (el conducto vascular hoy en día de elección aunque superado en número por la más moderna y minimamente invasiva angioplastia coronaria ) y se genera una revolución médica. Así lo escribió con honestidad intelectual en su libro ´”De la Pampa a los Estados Unidos” a esto de los otros pioneros previos.
PERFIL

Favaloro era bien parecido y atlético, y fue dueño de un físico privilegiado así como de un carisma casi inigualable. Por poco muere en 1994 debido a un ataque hepático fulminante.
Fue por un dañino virus de hepatitis B, algo que se contagió operando -años atrás- al pincharse con una aguja infectada y cortarse que para quien se la jugaba por entero y quien se agrandaba sobre todo en las urgencias quirúrgicas  y no era esto un obstáculo para seguir operando años después.

Fue alguien que no pudo resistir ese viernes negro del 28 de julio algo así como una “presión y noticia de último momento” y la suma de golpes acumulados en toda su vida y temas legales lo llevaron a un gran desgaste personal potenciado por su viudez y la falta de contención familiar por carecer de hijos propios.
RELIGIONES

Que en paz descanse y que Dios, el Creador y el Arquitecto del Cosmos, lo recoja en su seno haciendo una excepcional excepción porque dicen que “Arriba” es castigado el tema del suicidio..como coinciden casi todas las religiones.
Favaloro fue competitivo y fue polémico y a su vez un gran polemista que realizó más de 13 mil bypass, entre otros tipos de operaciones más complejas aún que el bypass.
Tuvo su conexión con la Rioja vía el hombre que lo convenció de volver al país, el cardiólogo Luis De la Fuente quien le propuso -en 1973- instalar una moderna base cardiovascular en La Rioja para que sea también una meca médica a lo que Favaloro se opuso y contraofertó Salta, fue por entonces que Matatín remata con su frase “El interior es todo y para todos pero es La Rioja para mí muy especial”. Hubo un empate científico-técnico y el resultante fue la Capital Federal. 

El gran médico riojano siempre le aconsejó al cirujano que no entrara en líos empresariales, periodísticos o políticos pero el ego y el afán de figuración de Favaloro podía más…

Los dos tenían espaldas médicas para “bancarse” cualquier situación médica o contingencia áspera en tiempos muy inestables, difíciles y políticos del país y poseían la chapa de “Jefes médicos”; uno lo era de cirugía cardíaca y el otro lo era de cardiología clínica y cardiología intevencionista (ambos al tiempo pero por diferentes países y por distintos aportes fueron postulados al premio nobel de medicina en distintos momentos).
Favaloro y De la Fuente estuvieron en Estados Unidos y en la Cleveland Clinic donde se formaron y especializaron pero el doctor De la Fuente cuando veía venir en el inicio de alguna discusión el desmadre -antes que estalle la espuma de la ola- por la velocidad de los acontecimientos y el gran voltaje en las difíciles y urgentes decisiones médicas de vida o muerte en tiempo real le espetaba una frase contundente con lo que le calmaba la sangra siciliana al cirujano. “Mirá, René, no me mires con esa cara de pobre ángel que estos están en el cielo y en los niños porque todos te conocen como el Gran Favaloro porque yo te conozco y muy bien desde antes pero como ´Favalorito´ cuando me pedías en 1965 -en Mar del Plata- que te consiga trabajo en Argentina” (ver la página web del Sanatorio Güemes www.sanatorioguemes.com.ar; el Libro de Editorial Perfil de edición reservada 50 años de la Medicina Argentina en www.latidosblog.blogspot.com – su post 1-).

El cirujano de tórax, de ideas ateas, nunca fue cardiólogo aunque la gente así lo creía o aún crea.

Con Carlos Menem presidente se relacionó también  (tiempo después al virar en su apoyo al radical Angeloz), y con el por entonces senador Eduardo Menem. Fue después de criticarlo duramente a Menem y lo criticaba acaso por sus patillas a lo Facundo Quiroga. También se vinculó con todos los políticos y con todos los gobiernos a los que siempre apoyó y coqueteó como oficialista ad hoc que fue tanto en democracia y en facto, en su afán de figurar en todos lados.
El gobierno del presidente riojano lo subsidió a tajo y destajo al antojo del caprichoso, calvo e irascible ministro de Economía Domingo Cavallo con múltiples y suculentos subsidios millonarios en dólares que fueron un total de 45 millones en el 1 a 1 para su Fundación (y Clínica) privada que debía ser pero para el paciente de escasos recursos y generó un dumping económico. Por eso, tal vez fue que el doctor De la Fuente nunca atendió allí ni operó tampoco.

El que hace mucho también yerra mucho, sobre todo en un hombre apasionado como él, contradictorio, ambivalente, dual, y con dos caras, tal vez como para demostrar que era humano y no un “dios caminante” como lo trataban algunos de sus adláteres (un dios con minúsculas, por supuesto), aunque lo parecía operando a su manera, inigualable y única, haciendo cosas de “loco lindo y genial” aunque superado por el estadounidense Denton Cooley quien no se suicidó a pesar de perder una hija y 120 millones de dólares que invirtió en su fundación privada en EE.UU.

Fue sí, y sólo sí un Hombre extraordinario, brillante, arrogante e inteligente como pocos, que sabía que la hora de su ocaso personal estaba llegando... como hace tiempo le había pasado al bypass -su criatura- frente a la angioplastia de manera igual y se veía venir lo mismo para los transplantes cardíacos.
Lector, estudioso y trabajador, casi ambidiestro, pero que no fue un verdadero científico como lo imaginó la población al estilo de Leloir o Milstein, fue a su vez conservador y progresista, y un admirador latente de Sarmiento y frontal de San Martín y del jurista e intelectual riojano Joaquín V González, que fue capaz de bajar al subsuelo mismo del infierno, en persona, en cada cirugía, y de entreverarse, por ejemplo, en una a cielo abierto -fui testigo en quirófano- por discusiones bizantinas con su ayudante acerca del gusto del caviar, pulpo y camarones.

Único. Irrepetible. Inolvidable a pesar de su último acto.

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